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martes, 29 de marzo de 2011

Clase 1 Parte 1: Grecia, desde la monarquia hereditaria a la democracia

Grecia
Las costas más orientales del mediterráneo estaban compartidas por cuatro civilizaciones distintas: Macedonios al norte, Persas al este, Atenienses a la vera del Egeo y Espartanos al sur, en el Peloponeso.
Precisamente en Atenas, la formación participativa de sus gobiernos monárquicos, la identificación con el fin del bien común y hasta su culto contribuyeron a una sociedad de pares en igualdad de condiciones. De hecho los dioses de la antigua Grecia no eran lejanos ni omnipotentes, moraban en el monte Olimpo y sufrían las mismas desazones que los mortales. Esa proximidad (próximo = prójimo) les alentó a ser una potencia de avanzada en muchos campos y su estructura de conocimientos sellaría el pensamiento occidental con su identidad para la posteridad.
En cuanto hace a nuestra materia, el transito de los Atenienses hacia la democracia pasó por  la evolución necesaria desde la monarquía por linaje a la participación timocrática. Veremos que este proceso se repite históricamente varias veces, siendo la más conocida la revolución francesa de 1789.
Así es como desde aproximadamente el año 600 a de C., con la reforma introducida por Solón, se dejaba de lado el derecho de sangre como vía de acceso al poder, para pasar al derecho de defender la propiedad individual como llave a la participación en las decisiones administrativas. Todos los poseedores de un determinado capital, sin importar su linaje, podían participar de la asamblea. Esa coyuntura desarmó la forma hereditaria de sucesión (Entre los Eupátridas) y abrió el juego del poder a todos los que tenían determinado capital (Demiurgos y Geomoros) . Esta división que se entiende arbitrariamente elitista en nuestros días era revolucionariamente buena para la época, pues significaba que podrían acceder al gobierno aquellos que eran más capaces de obtener riquezas, los más exitosos, los triunfadores, en síntesis los mejores de cada clase, una bien entendida aristocracia.


jueves, 17 de marzo de 2011

No obligatorio: Línea de tiempo del pensamiento filosófico

En este link podran ver, de modo interactivo, el desarrollo del pensamiento en función de la corriente filosófica dominante.

http://www.wadsworth.com/philosophy_d/special_features/timeline/timeline.html

Bienvenida

Quiero darles la bienvenida a este espacio donde, a lo largo del curso, encontrarán los materiales, las ideas claves elaboradas en el aula y las actividades propuestas.
En el recorrido de estos contenidos buscaremos formar las herramientas para esta ciencia de paz, honrar el rol de ciudadano y actuar con la libertad y entereza que caracteriza a quienes piensan que esta en sus propias manos hacer un país mejor

Ilustrativo: Montesquieu y la división de poderes

“En cada Estado hay tres clases de poderes: el legislativo, el ejecutivo de las cosas pertenecientes al derecho de gentes, y el ejecutivo de las que pertenecen al civil.
Por el primero, el príncipe o el magistrado hace las leyes para cierto tiempo o para siempre, y corrige o deroga las que están hechas. Por el segundo, hace la paz o la guerra, envía o recibe embajadores, establece la seguridad y previene las invasiones; y por el tercero, castiga los crímenes o decide las contiendas de los particulares. Este último se llamará poder judicial; y el otro, simplemente, poder ejecutivo del Estado (...).
Cuando los poderes legislativo y ejecutivo se hallan reunidos en una misma persona o corporación, entonces no hay libertad, porque es de temer que el monarca o el senado hagan leyes tiránicas para ejecutarlas del mismo modo.
Así sucede también cuando el poder judicial no está separado del poder legislativo y del ejecutivo. Estando unido al primero, el imperio sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario, por ser uno mismo el juez y el legislador y, estando unido al segundo, sería tiránico, por cuanto gozaría el juez de la fuerza misma que un agresor.
En el Estado en que un hombre solo, o una sola corporación de próceres, o de nobles, o del pueblo administrase los tres poderes, y tuviese la facultad de hacer las leyes, de ejecutar las resoluciones públicas y de juzgar los crímenes y contiendas de los particulares, todo se perdería enteramente.”
Montesquieu. El espíritu de las leyes. 1748.